martes, 26 de enero de 2010

Luna lunera!

Era de tarde, más bien era ya de noche. Todo el camino de frente veía a la luna. Pero una luna cabrona, una luna que daba miedo. Era igualita a la que yace bajo los pies de la Virgen apocalíptica. Una cuneta blanca, que me remitía al apocalipsis.

Venía de copiloto, aunque ni ejercía mi papel. No daba las indicaciones. Iba, creo, en el lugar equivocado. Suplantando un puesto. Debí de haber ido atrás. Pero me tocó ser copiloto. Aunque la culpable fue la luna. La veía moverse frente al carro. Las nubes pocas veces la escondieron. Era cabrona, pues sabía que me intimidaba y se mostraba en todo su esplendor.

Por ratos platicaba, escuchaba y por otros ni recuerdo lo que decía o escuchaba. No era el cansancio del viaje. Era la pinche lunita, que a pesar de mostrarse pequeña, ni la mitad de su tamaño, me ponía nervioso.

Fueron algunas horas de tenerla de frente. Fue suficiente como para piratearme viéndola. Llegué a la casa y ya no la vi. Estuve en el patio un rato y no la vi. Hubiera pensado que fue una revelación, pero los demás también la vieron. Eso me awito, no ser el neojuandiego o el vato con el mensaje celestial, ni pedo, a ver si para la otra. Era una lunita jodida. Un pinche pedacito de luna, pero que se veía cabrona. Por momento aluciné a la Virgen sobre la luna, que me apuntaba con su dedo y se reía. Agarraba cura de mi Sabía que me sacaba de onda, pero le gustaba hacerlo. Era el fin, pero también principio. Pinche lunita cabrona!



No hay comentarios: